La política del PP de gobernar en solitario, sin buscar el mínimo
apoyo de otros grupos parlamentarios, me parece lógica, que no
correcta, en lo que a medidas económicas se refiere, pues para algo
tienen mayoría absoluta. Pero en lo que se trata de temas sociales
que cuentan con la oposición del resto del Congreso, así como de
gran parte de la población, su manera de gobernar se acerca mucho a
la definición de despotismo.
La decisión de Gallardón de sacar adelante una Ley del Aborto
claramente retrógrada, extemporánea, y completamente parcial, rompe
con el espíritu mismo de la Democracia, algo a lo que en verdad nos
estamos empezando a malacostumbrar.
Es cierto que la Ley anterior, aprobada por el PSOE cuando aún
gobernaba, tenía algunos flecos inadecuados pero corregibles, como
la posibilidad de que una menor abortara sin ni siquiera el
conocimiento de sus padres, pero nos traía una novedad que
compensaba con muchos los errores que tuviera: el derecho a decidir