sábado, 21 de diciembre de 2013

De la Ley del Aborto y las maneras del PP

La política del PP de gobernar en solitario, sin buscar el mínimo apoyo de otros grupos parlamentarios, me parece lógica, que no correcta, en lo que a medidas económicas se refiere, pues para algo tienen mayoría absoluta. Pero en lo que se trata de temas sociales que cuentan con la oposición del resto del Congreso, así como de gran parte de la población, su manera de gobernar se acerca mucho a la definición de despotismo.


La decisión de Gallardón de sacar adelante una Ley del Aborto claramente retrógrada, extemporánea, y completamente parcial, rompe con el espíritu mismo de la Democracia, algo a lo que en verdad nos estamos empezando a malacostumbrar.


Es cierto que la Ley anterior, aprobada por el PSOE cuando aún gobernaba, tenía algunos flecos inadecuados pero corregibles, como la posibilidad de que una menor abortara sin ni siquiera el conocimiento de sus padres, pero nos traía una novedad que compensaba con muchos los errores que tuviera: el derecho a decidir





Por primera vez se dejaba de considerar el aborto como un delito y se comenzaba a plantear desde un punto de vista mucho más acorde a los tiempos actuales, que es el de la persona que queda embarazada. La ley ofrecía a esa mujer la libertad para plantear como quería orientar su vida, si deseaba tener al hijo, o por el contrario, por el contexto en que se encontraba, creía que no era el momento más adecuado para ofrecerle un futuro al que posiblemente fuera la más ardua empresa a la que se iba a enfrentar en su vida, como es la de criar y educar a otro ser humano durante más de dieciocho años. El Estado no era quien para dirigir la vida de sus ciudadanos.


Pero no sólo eso, pues la ley se centraba en la importancia que tiene la educación sexual en el siglo XXI, no era, como algunos dicen, "una barra libre del aborto", de hecho, se pretendía buscar la reducción de los mismos, pero dejando la elección en quien de verdad tiene legitimidad para ello: la madre.


El PP, por contra, ha decidido que esa ley no encajaba con los principios que defendía, lo que es de respetar, pero además ha creado una ley tan fundamentalista que sólo encuentra apoyo en un cada vez más minísculo sector de la población, condenando a la misma a una próxima desaparición en cuanto otro grupo político obtenga el poder, en vez de intentar suavizarla a una postura más conservadora pero que permitiera una cierta libertad al ciudadano.


Lo que no puede hacer el PP es penalizar el aborto en casi todos los casos, obligar a la mujer a tener hijos con discapacidades y al mismo tiempo recortar las ayudas sociales. Si de verdad quisiera gobernar, y no imponer, debería seguir la línea que se inició hace unos años: invertir en educación sexual para concienciar a la gente de las medidas anticonceptivas que existen, hacer razonar de manera madura cual es la decisión correcta en caso de que la primera medida falle o no se cumpla, ofrecer ayudas a las posibles madres para el cuidado de sus hijos, sobre todo en los casos de personas sin recursos o de fetos con malformaciones que impedirán su normal desarrollo en el futuro, y finalmente, confiando en capacidad de obrar que a todos se nos presume a partir de cierta edad, dejar elegir al ciudadano.


Por lo visto el sistema de los populares es del mandar, y no conciliar, y el de recortar en vez de invertir. De nuevo han optado por poner el dinero por encima de las personas, y han cogido el camino fácil para conseguirlo.

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