No es necesario contar todo lo que ha ocurrido en este país durante estos últimos 7 años para que se hagan una idea del contexto en que quiero situarles. No es necesario porque, precisamente, de lo que quiero hablar es de lo que todos los que hemos crecido bajo esta situación sentimos en nuestro interior.
Tras una crisis que ha prácticamente arrasado en todos los sectores económicos del país, la mayoría de nosotros vemos el futuro como negro o muy negro, a pesar de la recuperación esa que dicen que estamos viviendo. A diferencia de nuestros padres, o nuestros abuelos, nuestra generación se presenta ante un escenario adverso como nunca antes se había vivido -por algo dicen que seremos los primeros en vivir peor que los que nos precedieron- y con una actitud bastante pesimista con respecto a nuestras posibilidades. Y con razón.