jueves, 29 de mayo de 2014

De las Prospecciones Petrolíferas en Canarias

¿Se imagina usted que una persona con un trabajo fijo y un buen sueldo (sí, casi una utopía, lo sé) decida abandonar, sin ningún motivo aparente, a cambio de un empleo temporal y un pequeño aumento mensual? No ¿Verdad?. Pues esta situación es la que muy pronto vamos a ver en este país.

El Ministerio de Medio Ambiente, para quien no lo sepa, ha decidido recientemente dar luz verde a las prospecciones pretolíferas en Canarias. Esta autorización, para quien tampoco se haya dado cuenta, supone abrir la veda a una posible explotación comercial del Petróleo en las Islas. Suena a dinero ¿no?.

Ahora bien, como la experiencia reciente nos enseña, y por mucho que insistan las petroleras, la extracción de crudo no es la industria más segura y ecológica del mundo, o si no que le pregunten a los ecosistemas del Golfo de México, que a día de hoy aún sigue renquantes del Derrame que sucedió allá por el 2010, y a los que aún les quedan varias décadas para recuperarse.

Prácticamente el 90% de los lectores ya habrán hilado cuál es el camino que pienso seguir, y posiblemente muchos crean que no cuento nada nuevo, y tienen razón, pero muchas veces es necesario que alguien te diga lo que a priori parece obvio para que de verdad caigas en la cuenta de lo que eso significa.



Canarias es una región que a día de hoy vive por y para el turismo, tanto de sol y playa como del rural, lo que significa que nuestra principal fuente de riqueza -o de pobreza, depende de como mires la botella- es el Medio Ambiente; un sistema productivo el cual, siempre que no abusemos, es sostenible a largo plazo, y por tanto inagotable.

Frente a ello encontramos la intención del Gobierno Central de, como ellos lo llaman, diversificar la economía del archipiélago mediante la instauración de una industria de extracción petrolera que dará miles de puestos de trabajos y millones de euros a la Comunidad Autónoma. Esta propuesta, en la cual no entraré a valorar las cifras, porque son irrelevantes para el caso que nos ocupa, nos plantea en la tesitura de qué es lo que pasaría en el caso de un hipotético vertido de petróleo en nuestras islas. Así a primera vista, intuyo que, dejando a un lado los daños medioambientales a medio y largo plazo, supondría un elevado descenso (qué paradójico) del número de turistas que vendrían a visitar nuestras islas, pues no hay mucha gente que disfrute de un paisaje contaminado.

Este teórico suceso, lejos de diversificar el modelo económico que tenemos ahora, supondría herir de muerte al sector turístico, si no en todas, al menos en gran parte de las Islas, lo que nos obligaría a depender de ingresos de un sector petrolífero que, más temprano que tarde, se acabaría agotando, lo que nos dejaría, así a simple vista, sin un sistema del que vivir. Quien mucho abarca, poco aprieta.

¿Qué alternativas nos quedan?

Me considero una persona realista, y, en base a ello, considero que la realidad es que no tenemos muchas. Por un lado está un Gobierno Español que no va a permitir de ningún modo que se celebre una consulta (ni aquí ni en ningún lado) que permita a sus habitantes decidir qué quieren hacer con su futuro (sí, esto va con segundas); y por otro lado tenemos al Gobierno Marroquí, que pretende realizar sus propias extracciones sin que nosotros podamos impedirlo, pues está fuera de nuestro territorio.

Teniendo en cuenta esta situación, y salvo un cambio repentino de la actitud del Gobierno, o del Gobierno en sí -cosa que a fecha de 29 de mayo de 2014 se ve poco probable-, sólo nos queda manifestar taxativamente nuestra oposición a las prospecciones, al mismo tiempo que negociamos para obtener la mayor cantidad de ingresos posibles del mismo.

Si va a ser Canarias, y no la Península, quien va a arriesgar todo lo que tiene para beneficio de los demás, como mínimo deberían asegurarnos, de manera clara y explícita, que la mayor parte de lo que se obtenga se destine a asegurar el futuro a largo plazo del Archipiélago, siempre contando con que nuestros políticos estén dispuestos a compartir con sus conciudadanos una parte del pastel.

Al final resultaré un iluso.

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